La dificultad para concebir afecta al 15% de las parejas, y en hasta la mitad de ellas es posible
identificar un componente masculino, sea como causa única o combinada con causas femeninas.
Entre las causas de infertilidad masculina podemos mencionar entidades genéticas, varicocele,
enfermedades oncológicas, hábitos, infecciones, alteraciones endócrinas, anomalías urogenitales
congénitas o adquiridas, trastornos eyaculatorios y causas inmunológicas, entre otras.
El estudio del varón en el contexto de una pareja infértil comienza con una historia clínica detallada,
el examen físico y el espermograma. De acuerdo a estos datos se organiza el protocolo de estudio,
para luego buscar la mejor estrategia terapéutica.
Existen tratamientos tanto médicos como quirúrgicos, que se concentran en obtener el mejor gameto que
ese varón pueda lograr de acuerdo a su contexto clínico.
La azoospermia es la ausencia de espermatozoides
en el semen, y puede deberse tanto a situaciones que obstruyen la vía seminal como a trastornos propios
del testículo que afectan la producción.
Las cirugías testiculares son procedimientos tanto diagnósticos
como terapéuticos que permiten, en un gran porcentaje de casos, rescatar espermatozoides aptos para
realizar tratamientos de reproducción asistida de alta complejidad, como son el ICSI
(inyección del espermatozoide dentro del óvulo) y el FIV (fertilización in vitro).
Muchas situaciones genéticas pueden ser causa de infertilidad masculina.
Existen algunas entidades que afectan la cantidad de cromosomas y otras que afectan su estructura,
y que pueden repercutir no sólo en la salud general del varón, sino también en su
capacidad fértil (produciendo trastornos de la cantidad, movilidad y forma de los espermatozoides)
y en la salud de su descendencia.
Es fundamental el asesoramiento genético de la pareja antes de la concepción, a fin de aumentar
las posibilidades de embarazo y de disminuir el riesgo de enfermedades genéticas heredables en los hijos.
Actualmente disponemos de procedimientos no invasivos de última generación para arribar al diagnóstico y
plantear el tratamiento más adecuado.
Existen muchas razones por las cuales un varón puede requerir preservar su fertilidad;
sin dudas la situación más habitual son las enfermedades malignas.
Dentro de ellas, los tumores de testículo y las enfermedades oncohematológicas son de las más frecuentes,
suelen afectar a varones jóvenes en edad fértil, y en general tienen altas tasas de curación.
Los tratamientos oncológicos afectan secundariamente a otras células de reproducción rápida,
como las células germinales que producen los espermatozoides, por lo que tienen alto riesgo de generar
infertilidad.
Preservar la fertilidad antes del inicio de una terapia oncológica ofrece la tranquilidad,
tanto al varón como a su familia, de que su potencial fértil está resguardado, y
esto les permite encarar los tratamientos oncológicos con menos preocupaciones.